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Revista Criterios y Valores
Guatemala, 11 de noviembre de 2014
LOS MURCIÉLAGOS PODRÍAN SALVAR A LA RAZA HUMANA.
Por Dr. Mauricio Vicente Cuevas.
Cuando la inquisición dejó de perseguir a los grandes hombres de ciencia, estas personas brillantes pudieron hacer experimentos y publicarlos. Curiosamente apareció en dos de mis lecturas recientes, el nombre del italiano Lazzaro Spallanzani, un verdadero genio que vivió en el siglo XVIII, quien fue el sucesor de Leeuwenhoek. No era tan metódico para trabajar como el holandés, pero era mucho más brillante (según P. de Kruif).
Spallanzani era un escéptico por naturaleza y un virtuoso para realizar experimentos; fue él quien probó que los microbios no aparecían de la nada, sino que eran descendencia de otros microbios. En pocas palabras no se podía generar vida de forma espontánea.
Don Lazzaro era un estudioso de la naturaleza, se cuestionó absolutamente todo y elaboraba experimentos muy complejos, y sencillos a la vez, como solamente un genio de cepa puede hacerlo. Obviamente existían limitaciones y todos se burlaron de él, cuando en 1790 Spallanzani sugirió que los murciélagos podían ver con sus oídos en la oscuridad. Esto no pudo ser comprobado hasta 150 años después al final de la década de los 30, y solo con los avances tecnológicos del siglo XX.
Los murciélagos han existido por muchísimo tiempo, han tenido influencia en la vida de los humanos desde siempre. En la antigua civilización Maya existía un ser mitológico (Spallanzani ya no está acá para refutar) conocido como “Camazotz”, el murciélago asesino. Además del temido Camazotz todos hemos estado expuestos a las historias de vampiros y es por eso que estos bellos animales gozan de una pésima reputación.
Existen muchas variedades de murciélagos (de los verdaderos) y estos pueden alimentarse de frutas, de néctar de flores, de insectos, de peces y hasta de sangre, sí existen los murciélagos hematófagos. Cierto es que transmiten enfermedades; también producen pérdidas económicas en la industria pecuaria, pero los seres humanos vemos a esta maravilla de la evolución como a una plaga, dejamos que nuestros prejuicios sin fundamento nos hagan temerles y por lo general no tenemos idea de lo importantes que son para nosotros.
Son importantes en el sentido literal de la palabra, los murciélagos insectívoros devoran toneladas de insectos todas las noches. Sin los murciélagos las plagas de insectos se saldrían de control y los efectos de esto los podemos imaginar solo a un nivel de una “plaga bíblica”.
Otros murciélagos se alimentan del néctar de las flores, algunas flores hasta han evolucionado y desarrollado formas de atraer a los murciélagos, su forma y superficie hacen que las ondas de sonido emitidas por el murciélago reboten en ellas de una manera que los pequeños mamíferos las localicen con facilidad. Obviamente esto le conviene a ambos organismos, ya que uno obtiene alimento y el otro logra que su polen quede pegado en los pelos de la cara del murciélago y que éste lo lleve a otras flores cuando se va alimentando.
También se ha comprobado que el murciélago es el polinizador más eficiente, al menos diez veces más eficiente que los insectos, debido a su tamaño. Todos sabemos lo importante que es la polinización de las plantas y que actualmente hasta se teme lo que pudiera pasar si desaparecen las abejas. Obviamente las abejas tienen el “lobbying” a su favor ya que representan ingresos directos por la producción de miel, pero los pobres murciélagos tienen a muy pocas personas para que hablen positivamente de su papel en la naturaleza.
Las plantas no solo se benefician con la polinización, los murciélagos frugívoros transportan a sus semillas grandes distancias, de esa forma nacen nuevas plantas por distintas partes del ecosistema, claro está que el papel de estos animales es fundamental.
Tomando en consideración que las plantas son indispensables para la supervivencia de las especies, un mundo sin murciélagos afectaría nuestra supervivencia de manera indirecta y hasta amenazaría con nuestra subsistencia en el planeta.
La evolución ha dado a la naturaleza un balance muy delicado, las especies que se logran adaptar mejor son las que se vuelven más exitosas. No hay especie más exitosa que la humana, pero nuestro éxito ha llegado a estar en contra del balance natural, los cambios que estamos generando en el planeta son mucho más rápidos de los que en la naturaleza se pueden producir de forma natural.
Al desaparecer ciertas especies, el delicado balance se altera y las cosas pueden salirse de control. La destrucción del hábitat y la sobrepoblación nos ponen en mayor riesgo de entrar en contacto con nuestra potencial destrucción a causa de alguna enfermedad. Si a eso agregamos que el agua ya es escasa, que se temen los efectos de la pérdida de polinización de las plantas, la modificación genética con los cultivos transgénicos y que podrían haber plagas de insectos que competirán con nosotros por alimento, el panorama se convierte en sencillamente, incierto.
Actualmente hay una enfermedad que está causando gran mortalidad en las poblaciones de murciélagos, claro está, el cambio climático que hemos causado también ha puesto en contacto a otras especies con microbios patógenos que amenazan su supervivencia. Así de implacable es la naturaleza. Todos deberíamos pensar en contaminar menos, apoyar a los movimientos ecologistas y en oponernos a las cosas banales, símbolos de estatus que solo sirven de adorno y que para obtenerlas destruimos y contaminamos nuestros ecosistemas.
Apoyar los experimentos científicos pro-ecologistas, podría ayudar muchísimo también, en lugar de estar poniendo atención a cosas sin importancia como la apariencia de un murciélago y la mala fama que los mismos humanos les han hecho, nos estaríamos quedando en el siglo XVIII, ignorando a genios como Lazzaro Spallanzani.