¿HACE NUESTRO AMOR SUFRIR A LAS MASCOTAS?
Guatemala, enero 2016.
He insistido mucho últimamente en que las decisiones que se toman respecto a la vida de las mascotas no siempre las benefician. No estoy refiriéndome a las personas que no quieren a los animales, sino a nosotros quienes los consideramos parte de nuestra familia. Sí, nosotros los que amamos a nuestros animales y pensamos en hacer lo posible para mantenerlos bien.
Como veterinario he visto de cerca las historias más desgarradoras, y también las he vivido en carne propia, cuando alguien hace hasta lo imposible por evitar la muerte de una mascota adorada todas esas decisiones tendrán un impacto en la vida de dicha mascota. A veces resulta incomprensible desde el punto de vista veterinario que una criatura a la que se ama tanto llegue a estar en tan mal estado, voy a explicar algunas de las razones por las que eso sucede.
La primera razón es el simple apego sentimental, se trata de seres que han estado con nosotros de una manera más presente en nuestras vidas incluso que nuestros propios parientes y amigos, algunas mascotas nunca se han separado de nosotros, muchas duermen incluso en nuestras camas. Es muy difícil decir adiós a seres que nos han acompañado en los momentos más felices y en los más tristes.
Otra razón pueden ser que a pesar de aceptar que el momento de la muerte se acerca siempre se quiere luchar hasta lo último, como para tener la certeza de que se intentó hacer algo. Hay muchos motivos por los que esto puede suceder pero no voy a discutir sobre eso.
Sea cual sea el motivo, debido a que los propietarios ven a sus mascotas todos los días casi no notan la forma en que las condiciones físicas y mentales se van perdiendo, como resultado puede ser que de un momento a otro sus cuerpos ya no parecen los mismos y no son ni la sombra de lo que fueron.
Poseer animales implica una gran responsabilidad, todas las decisiones que tomamos afectan la calidad de vida de ellos y esto puede ser de una forma positiva o negativa. En otras palabras y para dejarlo claro: las buenas intenciones no siempre llevan a las mejores decisiones.
Supongamos un perro o un gato de edad avanzada al que se le ha diagnosticado un linfoma, existen nuevos tratamientos que son mucho más efectivos que los que existían hace pocos años, pero siempre debemos preguntarnos si vale la pena hacer el tratamiento o no. Muchas personas lo pueden pagar y da la impresión de que piensan que el dinero es lo que impide que algunos procedimientos onerosos se hagan, no se trata solo de poseer los medios económicos sino de de pensar siempre en el sufrimiento que va a causar.
Casi todo lo que hacemos en veterinaria a los animales les hace un poco de daño, lo que sucede es que las cosas que se hacen deben tener un beneficio que haga que valga la pena pasar por el daño. Algo tan sencillo como vacunar produce un daño físico mecánico e inmunológico, sin embargo es necesario hacerlo para evitar más sufrimiento en caso de que el ejemplar enferme. De igual manera un tratamiento para cáncer le hará mucho daño al cuerpo del paciente y debemos tomar en consideración cosas como la edad, el tipo de vida que lleva y mucho más antes de tomar cualquier decisión. Si el perro tiene una enfermedad que es curable, pero dicho tratamiento le hará sentirse mal y además tiene 15 años, entonces dicho tratamiento está contraindicado y lo mejor sería optar por la eutanasia.
En todo momento y sobre cualquier creencia la obligación de todo propietario responsable y la del veterinario debe ser velar por la felicidad y el bienestar de los animales, eso significa muchas veces hacer a un lado nuestros sentimientos y ponernos en el lugar de ellos, olvidarnos de factores emocionales que puedan interferir en nuestras decisiones. El amor y la compasión deben estar por encima de todo; la ciencia solo nos debe ayudar a tomar las decisiones objetivamente.
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